Estimados lectores, comenzamos desde hoy
a compartir con ustedes el libro “La Advocación de la Vrigen de la Paz en Trujillo”,
del cual publicamos los primeros capítulos
“Precisamente esta fe de María, que
señala el comienzo de la nueva y eterna Alianza de Dios con la humanidad en
Jesucristo, esta heroica fe suya ‘precede’ el testimonio apostólico de la
Iglesia, y permanece en el corazón de la Iglesia, escondida como un especial
patrimonio de la revelación de Dios. Todos aquellos que, a lo largo de las
generaciones, aceptando el testimonio apostólico de la Iglesia participan de
aquella misteriosa herencia, en cierto sentido, participan de la fe de María”
Juan Pablo II
(La Madre del Redentor)
125. “Todo hombre del mundo hará gran
cortesía si hiciese su servicio a la
Virgen María: mientras vivo estuviere, verá placentería, si salvara su alma al
postrimero día.
Gonzalo de
Berceo (Milagros de Nuestra Señora)
Trujillo alzó la flor de sus pupilas
y del cielo bajó una espiga dulce:
Nuestra Señora de la Paz, sentada
en una peña sobre el horizonte.
Ella, con ojos de arco iris,
sueña en el amor del pueblo de los
mucas
Ramón González
Paredes
UNA
CIUDAD MARIANA
Bajo la advocación de la Virgen de La
Paz hemos vivido los trujillanos, de la tierna y hermosa imagen de esta Madre
Celestial que acompaña a su plebe desde tiempos coloniales.
A la paz augusta, a la paz mariana,
reza la gente por la memoria secular, en demostración de fe por esta imagen
meritoria de la Madre de Dios, venida desde lejos a prodigar amor a los
creyentes que en ella han confiado, para robustecer su espíritu en el encuentro
con una doctrina de vida en plenitud.
Y en los días y en las noches de este
espacio citadino, la paz se ofrece como emblema y razón de ser de un pueblo que
anduvo dando tumbos por la desnudez antigua de esta tierra, y que aquí se
estableció entonces, en este pequeño Valle o Zanjón del Muca, “halló reposo”
para la posteridad de la vida. ¿Y no es este entonces el primer cumplido de la
Virgen al abatir la fiereza y la incomprensión de todo signo que dictaba la
existencia de aquellos padres trashumantes, y los adormeció fecundos en este
rincón geográfico donde la urbe se desarrolló en esplendor, según cuentan las
crónicas biográficas de aquellos tiempos idos?
La Virgen de La Paz es la luz del
mismo pueblo nacida en cada enero de los tiempos, como una voz colectiva que
anda y desanda, en la cuidad, en procesión de fe murmurada con sentido de
pertenencia. La Virgen de La Paz es la antigua profecía que le dio razón de ser
a una comunidad de pobladores en la ofrenda de sus fiestas con laudatoria y
todo, y en la veneración y el culto.
Fiesta nuestra de abolengo y
tradición, antes más festiva por la inmensa concurrencia de una plebe con ansia
de bendición, venida desde los contornos en la víspera y pernoctante dicen, en
los alrededores del templo, pues nada de devolverse a las comarcas sin haber
participado con temor y recogimiento, y con una gran pasión cristiana, en la
romería por las calles de la ciudad,
arriba y abajo en procesión con la Virgen, cantando lauros en un coro colectivo
de voces agudas y graves, como suelen ser en conjunto las voces de la plebe
reunida.
Y así ha sido por los adentros y las
orillas de los tiempos. La memoria trujillana es mariana por los cuatro
costados. Es la fe en la paz lo que anida en los corazones de los trujillanos.
Es la paz como emblema sanguíneo por las venas de la historia. Es el fulgor de
una creencia y una esperanza, como espirituales atrevimientos de todos los
hijos de esta bendecida tierra de Dios.
HISTORIA
DE LA VIRGEN DE LA PAZ(1)
San
Ildefonso fue uno de los más importantes obispos de la Iglesia en España y uno
de esos grandes maestros en la fe a los que los creyentes llamamos
"doctores". Entre sus abundantes enseñanzas destaca un entrañable
amor a la Ssma. Virgen María, que se esforzó por hacer venerar cada vez más en
su Toledo del siglo VII y desde allí en toda la Península. No es extraño
entonces que al morir el santo arzobispo un 23 de enero, la Iglesia de Toledo
dispusiese que al día siguiente, 24 de enero, se rememorase cada año un milagro
mariano atribuido a su extraordinario amor a la Virgen. Una noche de diciembre
al entrar la procesión del arzobispo en la Catedral para el canto de maitines,
el templo apareció iluminado por un fuerte resplandor: la Ssma. Virgen aparecía
sentada en la Cátedra del Santo Obispo indicando así su aprobación a lo que él
enseñaba y su patrocinio sobre el lugar, y le obsequió una casulla (manto
festivo para celebrar la Santa Misa) a San Ildefonso.
Cuando los musulmanes invadieron
España, Toledo cayó en sus manos y la Catedral se convirtió en mezquita. Pero
cuatro siglos más tarde, otro milagro de la Virgen en la misma Catedral de
Toledo confirmó su protección maternal.
Acababa de reiniciarse una encarnizada
lucha por la posesión de la Catedral entre los moros que querían conservarla
como mezquita y los cristianos que estaban decididos a recuperarla como
catedral, cuando milagrosamente los jefes musulmanes decidieron devolverla a
los cristianos. Era la víspera de otro 24 de enero. Al día siguiente con solemnes
cultos la Madre de Dios era aclamada como Nuestra Señora de la Paz. Corría el
año 1085.
Desde entonces, primero toda España,
después América, fueron reconociendo con gratitud este título a la Santísima
Virgen. (…) Lo que quería enseñarnos San Ildefonso es lo mismo que necesitamos
aprender hoy. Sólo acercándonos a la Virgen, vamos a encontrar la paz: es
Jesucristo, "camino, verdad y vida" para todo hombre que viene a este
mundo.
(1)Tomado de
http://www.oocities.org/athens/ithaca/3527/historia.html
LA
ADVOCACIÓN DE LA PAZ EN TRUJILLO
La advocación de la Virgen de La Paz
nació en Toledo, España, en 1085, durante la dominación árabe, en la guerra
entre los moros y los cristianos. El 24 de enero de 1085 en el siglo XI. Desde
allí viene su advocación. Advocación es abogar. Advocación es un título que se
da a un templo, a una capilla, a un altar por estar dedicado a alguien en
específico. Es la diferenciación de las
imágenes para distinguirlas: santo, santa. La Virgen, como en este caso. Le
pedimos para que abogue por nosotros. A la Virgen de la Paz le pedimos especialmente los trujillanos. Ella es
nuestra abogada. Eso significa advocación. Advocado es abogado, intermediación,
defensa…
El hermano Nectario María dice que
Trujillo nació bajo la advocación de la Virgen de la Paz, en este valle o
rincón del Muca. “En 1570 logra por fin encontrar sosiego y reposo, poniéndose
bajo la advocación de Nuestra Señora de la Paz”.
En Relación Geográfica de la Provincia
de los Cuicas, Alonso Briceño dice: “A los nueve capítulos: llámase a esta
ciudad Trujillo de Nuestra Señora de la Paz (…) el gobernador Don Pedro Ponce
león, en cierta conformidad que entre los vecinos se hizo, por ciertas
diferencias que traían, la puso Trujillo de Nuestra Señora de la Paz”.
El cronista Francisco Domínguez
Villegas dice, citando la obra “Orígenes Trujillanos”, del Dr. Amílcar Fonseca,
lo siguiente: “En sesión del 2 de enero de 1629 el cabildo trujillano acordó
hacer fiestas rumbosas en honor de Nuestra Señora de la Paz. Compusieron la
Junta de fiestas un alférez y dos diputados
y convinieron en que el festival fuese de misas solemnes, toros,
máscaras, aseo y aderezo de calles y
plazas, y luminarias; acompañar el estandarte real y procesión; pena de cuatro
a ocho reales de buena plata a los que no concurrieren, sobre todo los de a
caballo.”
Cuenta el mismo cronista la
vistosidad, solemnidad, y fervor popular que han tenido las fiestas a lo largo
de los siglos; desglosa el contenido de algunos programas y nombra personajes e
instituciones de alta participación.
El cronista S. Joaquín Delgado, en su
obra “Crónicas Municipales”, incluye un artículo que refiere algunos aspectos
de las llamadas fiestas patronales, y resalta esencialmente la festividad de
Nuestra Señora de la Paz. Dice el escritor Delgado: “Tenemos a la vista,
enviado desde Caracas (…) un programa para la celebración de Nuestra Señora de
la Paz, fechado el día 23 de enero de 1883 e impreso en la imprenta trujillana de Don Arístides Carrillo, cuyo exordio dice así: el
infrascrito vicario foráneo del Distrito
Capital y Cura de la Parroquia Matriz, etc. En todos los días que se dedican a
la festividad, es decir: días 24, 25, 26, 27 y 28. A las 9 de la noche se
repartirán las laudatorias de costumbre entre los vecinos de la ciudad,
escritas en versos y lujosamente impresa. (……) Más adelante dice el texto del
artículo: “La laudatoria de que hablamos, escrita en verso y lujosamente
impresa, reza así:
Trujillo se alboroza!
Los montes y los prados
Se ven regocijados
Al día saludar;
Las aves cantan trovas;
Es tierno el murmurío
Del bello y manso río,
Del plácido Castán.
Otro trabajo del mismo libro lo dedica
Delgado a cronicar la fiesta de Nuestra Señora de la Paz y habla del esplendor
que tuvo la festividad en las décadas finales del siglo XIX. Señala los grandes
aportes del civilista Juan Bautista Carrillo Guerra. “Por aquel entonces, dice,
acudían a las fiestas de la Paz gentes
de todas partes. Los vecinos de los campos de la Chapa, Carmona, el Algarrobo,
Montero y otros, vaciaban su carga humana sobre el valle de los Cedros.”
En el folleto “Noticias Documentales
del Estado Trujillo ”, el autor Manuel Pinto C, sostiene lo siguiente: “Los
Alcaldes Ordinarios de la ciudad de Trujillo, Diego de La peña y Juan de Segovia, efectuaron un tercero y
último traslado al actual asentamiento, con el nombre de Trujillo de Nuestra
Señora de la Paz, y es así que hierran los historiadores, pues, mientras que
unos asientan que esto ocurrió en 1569,
otros manifiestan que fue el 24 de enero de 1571, cuando en verdad fue el 27 de
octubre de 1570.” Dice Vargas de los documentos de Pinto C, lo siguiente: “En
el primer legajo se encuentra el
documento de asentamiento en el cual
consta que el 27 de octubre de 1570, reunidos en su cabildo, como era costumbre,
los alcaldes ordinarios Diego de La Peña y Juan Segovia y los regidores Juan Bonilla y Francisco Terán, para en
nombre de su Majestad fijar dicha ciudad en aquel asiento, aprobando y laudando
todo lo hecho y lo actuado sobre la fundación y reedificación con el nombre de
Trujillo de Nuestra Señora de la Paz
para que ella con su infinita bondad intercediera con su bendito hijo dando
Paz, concordia, amistad y conformidad entre sus vecinos”
Antes, en varios lugares de la gran
nación Cuica, antiguo territorio indígena sobre el que estaría este estado, los
conquistadores españoles establecieron ciudad: Escuque, Motatán, Boconó,
Pampán. Allí necesariamente hubo iglesias y por consiguiente, imágenes que
fueron trasladadas de unas a otras, o que se quedaron; entre ellas San Roque, Santiago Apóstol, y
por que nó la misma imagen de Nuestra Señora de la Paz. Esto lo deducimos por
las primeras cofradías. Lo cierto es que el nombre y la imagen de la Virgen de
la Paz está entre nosotros desde los primeros tiempos, en la crónica: “La
Capilla de Nuestra Señora de la Asunción”, incluida en su libro crónicas del
Boconó de ayer (segunda serie), el autorizado cronista José Ma. Baptista dice:
“Fue alrededor del año de gracia de 1765 cuando el Pbro. Antonio Sarmiento obtuvo
autorización para construirla y para que en ella pudieran realizarse algunas
funciones del culto, tales como Misas, bautismo, oficios de difuntos, etc.”
(p.9). Y dice más adelante: “Había nueve cuadros al óleo representando a San
Miguel, San Rafael, San Isidro, Nuestra Señora de los Dolores, Nuestra Señora
de la Paz (subrayado nuestro), San Francisco, Nuestra Señora de la Concepción,
San Antonio de Padua y la Divina Pastora.” (p. 10)
Antes de esta Iglesia Matriz, o
Catedral, en el centro de la pequeña urbe trujillana, hubo dos pequeñas
construcciones fabricadas en las décadas finales del siglo XVI e iniciales del
XVII. Historiadores coinciden sobre este hecho, fundamentados en los escritos del obispo Mariano Martí. Luego
de investigar sobre esto, Monseñor Hernández
Peña, en su interesante trabajo, “Esta Iglesia Parroquial de Trujillo”
asienta: “Sobre el lugar sagrado que
pisamos hubo sucesivamente dos templos antes del año 1630, que señalan el
comienzo del tercero y último que es el que nos abraza en este instante (…)
Sobre la parcela de cien varas por lado se construyó un rústico templo de una
sola nave, con paredes de bahareque, techos de palma y pisos de ladrillo.
Aquella iglesia, continúa diciendo Hernández Peña, atendida por los misioneros
dominicos desde 1606, no estaba hecha para desafiar tanto aguacero y
ventolina”.
“Es el obispo de caracas y Venezuela,
Antonio de Alzega, de la orden de San Francisco, quien por 1608, ordena la
erección de una nueva iglesia. Es la que se reedifica con el título de “Señor
Santiago”. Y cita a Briceño Iragorry quien asienta que, “en las partidas
bautismales del siglo XVI yo he leído: estando en la Santa Iglesia Parroquial
de el Señor Santiago Apóstol. También se llama por entonces de “Nuestra Señora
de la Paz”. Subsistió este nombre por coincidir con el de la propia ciudad.”
En estas pequeñas iglesias tuvo que haber
imágenes, esencialmente de estos epónimos; y, por lógica, la de la Virgen de la
Paz, que era la Protectora de la ciudad.
Hacia 1629 o 1630, es cuando se
comienza la edificación de la tercera Iglesia Matriz de la ya formada y fortalecida
ciudad de Trujillo. Con toda propiedad en su trabajo “La Catedral de
Trujillo” el historiador Marcos Rubén Carrillo relata todo ese proceso
de construcción hasta 1662, fecha fundamental de la historia eclesial
trujillana, en que se inaugura y bendice la célebre Iglesia Matriz que nos ha
cobijado desde entonces a los trujillanos. Dice Carrillo que, “tras una serie
de vicisitudes, finalmente en 1662 se concluye la estructura de la Iglesia, se
bendijo y se dio al servicio del culto”. Allí, en su interior, ha debido estar
entronizada la imagen protectora de la Virgen de la Paz. Así tuvo que ser, por
lo que refiere Carrillo, cuando dice: “Para las ceremonias de bendición se
acordó hacer fiestas rumbosas en honor a Nuestra Señora de la Paz. Componían la
junta de festejos el alcalde, un alférez, dos diputados y tres notables de la
ciudad, se convino en que el festival fuese de misas solemnes, toros y
máscaras, se acordó el completo aderezo de las calles y plazas se acordó
prender luminarias y se decretó la obligación
de acompañar el estandarte real y
la procesión bajo la pena de multa de cuatro pesos a ocho reales de buena plata
a los que no concurrieren, sobre todo los de a caballo.”
Es cierto, como dice monseñor
Hernández Peña: “Siempre han caminado juntos Trujillo y su dulce Patrona. Desde
la más temprana edad de la ciudad, su nombre ha sido Trujillo de Nuestra Señora
de la Paz, o Nuestra Señora de la Paz de Trujillo, como se lee en los
documentos primigenios, y luego por varios siglos también hasta la reducción
moderna que sólo dejó la designación
civil o política”. En todo caso: “La misma persona de la Madre de Trujillo y
Señora de la Paz nos alegra”, confiesa el citado autor. Y agrega: “Cuando
nuestros abuelos trujillanos de cuatro siglos atrás peregrinaban en busca de su
‘tierra de promisión’ para el asiento definitivo, la Virgen Santísima de la Paz
era entre aquellos romeros como una nueva. ‘Arca de la Alianza’ como ‘columna
de nube’ en este éxodo andino indicado una esperanza, una presencia, un amparo.
Valle de los Mucas o Quebrada de los Cedros; poco importaba el nombre a
aquellos voluntarios pobladores que con sus bártulos y su Señora de la Paz a
cuestas iban tomando posesión de este verde collado en 1571. Ya no hay más que
un nombre y para siempre: ‘Trujillo de Nuestra Señora de la Paz”.