En lo adelante, estimados lectores, estaremos presentando pequeños
textos recogidos, o mejor, escogidos, de entre la larga escritura realizada. Una
síntesis conceptual de un lenguaje expositivo, cuyo propósito fundamental, es
haber querido transmitir un ideario pedagógico, yacente en el espíritu de un
escritor, -que como tal me siento-, que
ha visto transcurrir su vida en labores educativas escolares, en los distintos
ámbitos del sistema educativo, en el que hemos ejercido esta delicada función
cual profesión y tarea enaltecedoras.
Pero, además, en un largo trecho existencial, nos ha gustado hablar de
las cosas menudas de la evolución socio-histórica de la ciudad y del estado, en
labores cronísticas, con cuya práctica tenemos elaborados varios libros, entre
publicados e inéditos, de los cuales, en una labor de búsqueda adelantada en
los últimos meses, hemos ido escogiendo trozos, fragmentos, párrafos, de
contenidos esencialmente conceptuales, para con ellos, ir cultivando este
“jardín” definido, como se puede ver, con las múltiples germinaciones que lo
integran en sus diferentes secciones o capítulos.
DE LO GEOGRÁFICO-HISTÓRICO
JARDÍN DE EXORDIOS – TOMO I
1
No dejo de querer a esta tierra que me anida. Las calles con el tiempo
detenido. Sus casas grandes en el centro y los alrededores. Y la lineal visión
alargada de sus dos calles principales. No oculto el sentimiento de escribir
sobre la historia y el acontecer de mi nativa tierra, de sus glorias y de sus
fracasos. En ella aún palpitan las grandes epopeyas de la Emancipación,
cumplidas por sus hijos y por hombres de otras tierras, que vinieron en
aquellos tiempos lejanos a cubrirla con sus hazañas portentosas en la búsqueda
de la Independencia. Se perpetúan en
ella los cantos de aquellos pobladores que, con sus instrumentos y sus voces, y
con su vena compositora, daban sus serenatas en los ventanales de las casonas,
en las noches silentes de la pequeña urbe. Ciudad de ilimitada condición
anímica, con su iglesia, con sus tejas, con sus campanas: imágenes del espíritu
creyente que han sido pan espiritual del habitante. Tierra cargada de memorias
y desmemorias, arrastra secularmente los signos de sus tradiciones y leyendas, que han servido para eternizar su
hondo significado cultural. A pesar de su apariencia pueblerina, este bendito
suelo lleva en su conciencia, la
grandeza ancestral de ser la Ciudad de la Paz. La presiden en la estela
inmemorial de sus edades, el viejo templo en que han rezado los siglos, y el
egregio monumento que desafía la altura inconmensurable de los nuevos tiempos.
2
La ciudad es una realidad pública que busca y debe ser eficiente. Son
los individuos agrupados en una red dirigida hacia un hecho concreto, una meta
o lugar buscado con sentido prospectivo y real. Una concreción de obras
terminadas con características de servicio y utilidad. Una ciudad es un
organismo viviente, pues son los habitantes los que la empujan hacia adelante,
con la mirada dirigente y supervisora de especialistas previamente dotados de
un proyecto para la visualización de la
empresa total que le da vida y le permite el ascenso hacia los estadios de la
prosperidad. Convertida en una red de servicios públicos en consonancia con las
necesidades de la población, mirada con signos de grandeza, partiendo de sus
componentes unitarios bien agrupados y enredados con ansias de significado, con
el sentido completo de la eficacia en el funcionamiento de sus dependencias,
con sus espacios abiertos para una mejor existencia, con los pobladores
dispuestos a ocupar y hacer funcionar esos espacios, con un conjunto de
escenarios vivos y bien organizados. Donde sea precisa la concurrencia masiva a
participar y hacer participar a todos en conjunto, con la búsqueda incesante de
propuestas para alcanzar los valores sociales que son los que permiten existir
bien, con los fundamentos de una cultura esencial de servicios múltiples, puestos
a funcionar para alcanzar mayoritariamente sus beneficios integrales.
3
Las pequeñas ciudades primigenias, y más aún otros pueblos, fueron de
una baja línea horizontal. Así se percibe por las formas que se dibujan en los
viejos daguerrotipos. Y en su totalidad fueron esencialmente monocolores, como
para darles una gran dimensión de antigüedad. Ver estos grabados anima a los
que sienten amor por la historia, porque se encuentra en ellos una fortaleza
espiritual que la define tangiblemente la presencia de hombres y mujeres que
allí hubo como pobladores. Y hoy, desde distintos ángulos, se puede replantear
la vida de aquellos habitantes que anduvieron en la cotidianidad por las aceras
y las calles largas y delgadas, que también se distinguen en las detenidas
imágenes de los daguerrotipos de pueblos y ciudades.
4
En aquellos tiempos, entre los siglos, las obras públicas fueron
construidas con escasos recursos materiales y técnicos. Están allí en los
daguerrotipos. Se ven como un triunfo de aquella ingeniería, o mejor, de la
pericia de los albañiles prácticos que las levantaron, dirigidos por ellos mismos;
hechas, muchas de ellas sin ninguna planificación previa, aunque con honda
responsabilidad y un profundo criterio formal. La memoria gráfica de ese largo tiempo permanece recogida en
diversos documentos públicos y privados. Lástima que no hubo el cuido de
personas entendidas, pero sin criterio de posterioridad, por salvaguardar aquel
patrimonio documental formado durante el proceso constructivo de las obras
públicas y privadas: carreteras y puentes; casa y edificios, y construcciones
de otros tipos, para lo que, tanto el gobierno como personas particulares,
solían contratar fotógrafos especializados. Y muchos, la mayoría de aquellos
documentos se perdieron, lo que impide al investigador tener el apoyo
ilustrativo o los pormenores gráficos de tal como era en la realidad la obra en
ejecución. La implacable acción del tiempo sobre el documento de papel, la
desidia en otros casos, y hasta la ignorancia dieron al traste con documentos fotográficos del ayer de la ciudad.