El día de Bolívar, 24 de julio
Mi delirio en el Chimborazo. Tito Salas, 1929 |
El día
de hoy está señalado por la historia en el mundo como celebrativo del natalicio
del más universal de los venezolanos, glorificación humana del sentido
americano, el hombre que le dio Patria propia y libre a un Continente: SIMÓN
BOLÍVAR.
La
historia venezolana viene repitiendo estas fechas para que los hijos de la
patria adquieran el sentido de la nacionalidad y de la ética, es decir, el
compromiso que a todos nos atañe de luchar a brazo partido por un mejor destino
para una nación merecedora de la vanguardia del Continente, por ser en ella
donde brilló por vez primera la luz de la libertad y porque en sus suelo hubo
la germinación temprana de la justicia y de la igualdad, por la acción de una
generación a cuya cabeza siempre apareció Bolívar, cual signo premonitorio de
que sería en el tiempo el Padre de la Patria, el forjador de la libertad y de
la conciencia venezolanas.
El día
de hoy tiene sentidos multiformes: DÍA DE LA MORAL debería llamarse, porque su
virtud fue madre y génesis que permitió el devenir de la justicia, la libertad
y la igualdad. Mírese a Bolívar desde
cualquier ángulo y se verá extendido el signo de la moral. Analícese cualquier sentencia suya y la misma
no será sino un compendio de moral en el dictado ejemplar de la conciencia… “La
verdadera igualdad no existe sino en la formación y delante de la ley que liga
y comprende a todos indistintamente, premia y recompensa al virtuoso, al justo,
al sabio, al valiente, al honrado, al prudente, al industrioso, al activo y al
benéfico; castiga y reprime al vicioso, al injusto, al inmoral, al cobarde, al
temeroso, al holgazán y al perezoso”… Es signo de moral humana la formación del
hombre para ponerse al servicio de los que necesitan, que son los más, sobre
todo en esta geografía cargada de necesidades existenciales, en las que el
hombre debe actuar con plena solidaridad social. Pero, ¿hasta qué punto estamos siendo
solidarios?...
Es
moralidad también una legislación bien aplicada sobre el imperio de la
imparcialidad y la equidad; sin embargo, la ley venezolana cada día se
parcializa y se mediatiza más. Por eso,
la moral bolivariana es cátedra urgente que requiere estar en la academia, en
la universidad y en la calle; en todos los estratos de un país que se nos está
quedando sin los signos morales fundamentales. Y si con Bolívar hemos tratado
de construir el país moral, mal podemos entonces sin Bolívar, querer construir
este otro país que puede ir, de no haber una rectificación de rumbos, al abismo
por la degradación permanente.
El
signo histórico del Libertador descansa en una pluralidad de acciones cumplidas
a lo largo de su periplo vital. Su papel humano es inconmensurable, dedicado
casi en su totalidad a la causa de la liberación de los pueblos
hispanoamericanos. Vivió poco, es
cierto, pero cada segundo de su vida es como un siglo de ejecutorias, todas
ellas brillantes en obsequio de la libertad.
Su utopía se muda de la palabra a la acción, de la idea al hecho
concreto, en un paralelismo que cristaliza finalmente con la libertad de
América.
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