viernes, 25 de septiembre de 2015

LA ORACIÓN GRAMATICAL Y ALGUNOS DE SUS ENREDOS (I)



Uno de dos, no hay para dónde coger. Estamos en presencia de una oración gramatical simple o de una oración gramatical compuesta, aunque a veces, las normas las distorsionan o nos distorsionan a nosotros también. Usted dicta la regla, y entonces el ejemplo dice lo contrario. Lo absorbe a uno la bendita norma de construcción morfosintáctica, y hasta la misma visión gráfica del enunciado deja ver claramente lo que usted construye de acuerdo con lo reglado. Pero, aparece la excepción como una impronta, que le tumba lo que usted con tanta erudición y academicismo, y a veces hasta con jactancia, había escrito delante de los asombrados alumnos. Usted, luego de una larga exposición técnica, en la que deja aflorar su vasto dominio de la gramática, o para más tecnicismos modernos: la Morfosintaxis, con lujo expresivo define y dicta entre concepto y características, que: “Oración simple es aquella que tiene un solo verbo”. Y ahí va el ejemplo: El joven tiene vacación científica, en la que la palabra tiene es el verbo… Pero, poco después, en otro momento de la explicación dice que también, “oración simple es una construcción del habla que se puede descomponer en sujeto y predicado”. Y de inmediato asoma el ejemplo: Las flores que compré tienen colores vistosos. Y no ha terminado de copiar la última palabra, cuando un alumno lo interrumpe y le dice que en esa oración hay dos verbos: compré  tiene, profe, le increpa… ¿Y entonces?

Y aquí, Dios mío, comienza el tormento de la bendita construcción gramatical. Comienzan a aparecer los “peros”, porque resulta que esa última oración es simple si se parte en sujeto y predicado, las flores que compré, sujeto y tienen colores vistosos, predicado; como efectivamente puede hacerse. Y es compuesta, porque tiene dos verbos personalizados: compré y tienen. Y más que compuesta, es compleja, porque además de subordinante tiene relacionante. Tiene subordinante porque todo relacionante es subordinante, pero no todo subordinante es relacionante, como también ocurre. Y resulta además que en la oración no aparecen oraciones simples sino proposiciones, ya que las oraciones simples que forman la oración compuesta se llaman proposiciones. Es porque hay oraciones compuestas que tiene proposiciones independientes (las coordinativas); pero, a su vez, sucede que también las hay con proposiciones dependientes, como las subordinativas. Y unas proposiciones son principales y otras secundarias. También unas son subordinantes (las principales) y otras subordinadas (las secundarias). A lo anterior, sumamos que en la denominación teórica no prevalecen las formas principales, (que no hacen nada por ser núcleo), sino resaltan las formas secundarias, que son modificadoras. El enredo que se forma es, en verdad, un verdadero conflicto productor de un dolor de cabeza al profesor, y al desprevenido alumno, más perdido que el hijo de Limberth, como suele decirse.

El tema de la oración gramatical se las trae, desde Añorga hasta Carratalá. Añorga, lo más tradicional; Carratalá, lo más actualizado, contando con otros de la vieja escuela y de la nueva escuela; este último caso, como debe ser, por razones de actualización. En ocasiones, la didáctica gramatical, se convierte en un verdadero juego pedagógico en el proceso de su enseñanza. A veces deviene un proceso de malabarismo y de peripecias, para hacer llegar el conocimiento al grupo. No obstante, se goza y se hace divertido cuando uno asume el trabajo con responsabilidad y placer.

Dígame lo que pasa con el manejo de la terminología por parte de los autores. En este aspecto, debemos utilizar la mayor cantidad de autores calificados y también actualizados; aunque uno, por tener su corazoncito, tiene sus preferencias, y se va por determinados caminos gramaticales. En este caso, se echa a rodar por los conceptos y posiciones de autores escogidos. Lo importante, es obtener una buena visión de conjunto y manejarla con suficiencia. El conocimiento actualizado es una de las más solicitadas responsabilidades al docente-facilitador: el manejo eficiente de la materia que está enseñando.


A manera de información al lector, no conocedor de lo que es morfosintaxis, le digo que, metafóricamente, la morfosintaxis es el esqueleto del idioma, su columna vertebral. Y ciertamente, es la forma y la función de la palabra dentro del discurso; la cruz o  intersección entre, una parte llamada Morfología, y otra, llamada Sintaxis, que trabajan al unísono en la formación o construcción del discurso. Y se requiere la concurrencia de las dos, a la vez, para que la lengua (el idioma) funcione. Porque, no podemos comunicarnos desde la perspectiva morfológica únicamente, ni desde la sintáctica, sino que nos comunicamos mezclando sus componentes de acuerdo a las normativas de que nos provee la señora gramática. Una, la Morfología da sus elementos (paradigmas), para que la otra, la sintaxis pueda constituir sus elementos (sintagmas). Y una vez mezcladas o combinadas, aparecen las oraciones que son las unidades de una lengua comunicadora y con sentido.

Colateralmente, la filosofía y la lógica, tienen una notable injerencia en estos tormentosos laberintos por donde transitamos los que tenemos que enseñar gramática y lingüística. Palabras como juicio, idea, pensamiento, paradigma, sintagma, sentido, y otras abstracciones, sirven de constituyentes en la edificación de la llamada oración gramatical. Desde Añorga (para no irnos tan lejos en el tiempo), ha sido así. Dice Añorga, al definir la oración; “Conjunto de palabras coordinadas que expresan un pensamiento o juicio”, para idear un concepto esencialmente semántico, es decir, basado en la significación. Pero, asimismo, vemos que desde muchos siglos atrás, desde Prisciano, pasando por la gramática más tradicional, y hasta en lingüísticas  actuales, han dicho lo mismo o casi lo mismo: “la oración es la expresión hablada de un pensamiento”. Otro escribe: “Es una unidad de sentido del discurso”. Muchos autores la definen desde el punto de vista sintáctico. Existen autores que la conceptúan desde la morfología, y aún otros lo hacen morfosintácticamente, como vemos que sucede técnicamente con el concepto actualizado de Ernesto Carratalá, al decir que: “El conjunto de palabras lingüísticamente prefecto es la (oración): sintácticamente autónoma, contienen una comunicación completa. Y casi inmediatamente después anota: “A su vez, la oración puede estar formada por (proposiciones), conjuntos de palabras estructuralmente iguales a la oración, pero relacionadas sintácticamente entre ellos e incompletos en su significación”. Como para decirnos que la oración tiene significado en sí misma, en tanto que la proposición no lo tiene, con lo que entramos nuevamente en esos enredos a que nos acostumbra esa gran señora del idioma que se llama Gramática; vieja de verdad, cambiante y acomodaticia en su edad de siglos, desde los griegos hasta hoy. 

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