Nuestra lengua materna, el español,
porque proviene de España; o castellano, si usted prefiere irse para castilla,
lugar de su origen. Lo cierto es que este idioma cuenta con miles de palabras
oficializadas. Pero, fuera de esa oficialización hay otras miles que no lo
están, pero que se usan en el coloquio, o conversación para ser más usuales.
Por eso se hace difícil su conocimiento y su uso. El idioma es una torta tan
grande que es imposible comérsela toda. Sólo conocemos y manejamos una porción
pequeña de la lengua materna.
El idioma se fundamenta en la
etimología, es decir, en el origen de la
palabra. La etimológica es la primera definición de la palabra, pero no la
única, porque el uso y el tiempo la van transformando y la van actualizando
también. (No existe nada más flexible que el idioma). Y en este proceso, por el
uso, la palabra adquiere nuevas acepciones, es decir, va ampliando el radio de
sus significaciones.
Por otra parte, la palabra es como un
repollo, un conjunto de hojas firmes, comprimidas y abrazadas, que son sus
acepciones, sus significaciones diversas. A veces conocemos el significado que
está en la superficie, la primera acepción, que es la más usual, la que más
empleamos. Pero, a medida que le vamos quitando las capas o pétalos a ese
supuesto repollo, vamos a la vez profundizando y conociendo otros significados,
complejos en ocasiones, y muchas veces hasta raros, que nos cuesta creerlos.
Voy a poner un ejemplo: la palabra disciplina (me apoyo en Fernando Savater:
“La disciplina de la libertad”). Al escucharla, de inmediato pensamos en
rigidez, castigo, pena, orden. Y esto es cierto, pero no es su único
significado, si vemos que el citado autor emplea en un capítulo de su libro, un
título que lo dice todo: La disciplina de la libertad, porque disciplina es
también libertad, organización, creatividad.
La disciplina etimológicamente tiene
que ver con aprendizaje, con niñez. Esto lo dice su etimología. Veamos: Es una
palabra que proviene del latín discipulina. Si la descomponemos vamos hallando
discipulus, discípulo. Discis quiere decir enseñar; discípulo tiene el
componente puer = niño: pueripuella. Entonces, etimológicamente la palabra
disciplina estaba relacionada con los niños, a la enseñanza de los niños.
(Savater, dixit) ¿Pero hoy? Hoy identifica muchas cosas a la vez, porque
traspasó el significado etimológico. El DRAE, reúne sus diversas acepciones.
A veces escuchamos una palabra y nos
sorprende en ese contexto. A veces empleamos una palabra creyendo que es
correcta y resulta que tiene un significado totalmente distinto al que le hemos
dado. La mayoría de las veces trabajamos con el primer significado de la
palabra, nos limitamos al significado, superficial, y eso es malo. Y eso es lo
que ocurre en concreto con la palabra estupidez, estúpido, que nos cuesta creer
que tengan que ver con las palabras estupefaciente, estupendo, integrantes
todas de una misma familia derivativa. Así decimos invariablemente (el ejemplo
es de Barcia) “¡No sea bruto! ¡No sea estúpido! ¡Eso es una estupidez! ¡Eso es
una brutalidad!, para sólo quedarnos en la superficie, sin saber o ignorar, la
diversidad de matices diferenciadores ocurridos a estas palabras, desde su
inicio etimológico hasta su devenir actual. Veamos que Barcia concluye así su
explicación, luego de una página de distinciones: “por el contrario, la
estupidez es ocasional, exterior. Un susto, una sorpresa, cualquier hecho
estupendo, cualquier estupor, puede hacernos estúpidos”.
Las palabras son metáforas. Es porque
las palabras en el uso, se hacen fácilmente mutantes, van de una dimensión a
otra, se desvían, se trasladan como si vivieran en un constate transitar, de
una a otra estación, es decir, acepción, sentido, significado.
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