martes, 18 de agosto de 2015

MEMORIA Y DESMEMORIA



AVENIDA CRUZ VERDE

Narra la historia local que antes este nombrado sitial del centro de Trujillo, era la subida a la ciudad, puerta de bienvenida al centro de la urbe, por la apetecida Calle Comercio de puro linaje y prosapia como al principio fue. Que por aquí atravesaron las procesiones y las caravanas a recibir el elogio de una palabra de bienvenida dicha por el orador escogido en el día de la fiesta o el acontecimiento. La CRUZ VERDE fue el ritual de los padres y del tiempo en el pasado de la ciudad.

Manuel Mendoza al describirla en una oportunidad, y además de llamarla con toda propiedad “Avenida Cruz Verde”, indicaba que “era una graciosa curva en cuyo centro se bifurca la entrada norte de la ciudad y que subiendo, por la izquierda se entra a la Calle Bolívar i por la derecha, a la Plaza Bolívar”. Nos explicaba Mendoza, que antes del 1932 o 1933, era uno solo el acceso al centro de la ciudad, justamente por la subida de la Cruz Verde, pero, para que usted llegara a la plaza, tenía que atravesar la calle del Comercio, porque ese pedazo, entre la plaza, bajando hasta empalmar con la parte de abajo de la Cruz Verde no existía, y fue abierto cuando se construyó la Avenida Mendoza, partiendo justamente de la esquina de las Monjas (Casona del Convento Regina Angelorum).

La Cruz Verde, que históricamente, a juicio del doctor Ramón Urdaneta, es una cruz inquisicional, justamente correspondió a Trujillo por ser ciudad donde funcionó un tribunal de inquisición, siendo así entonces, aunque de esto se ha hablado muy poco, que nuestra ciudad tiene también su caracterización histórica como una de las urbes donde funcionó la llamada santa inquisición, que de santa por cierto, tuvo muy poco.
La Cruz Verde, no obstante,  se revela ante nosotros como un lugar emblemático de la vida citadina, de mucha intensidad en su biografía local, como sitio de encuentro, desde el que se desparraman hechos y sucesos diversos del antiguo y reciente pasado urbano, como que era el otero empleado para acceder o mirar a la Otra Banda. Así, se consumaban en su entorno los actos ofrendarios de la oficialidad y la ciudadanía organizada, efectuados en fechas propicias, con fines de destacar el significado de sucesos, como la llegada de las primeras monjas del hospital, o la visita de un alto personero nacional o de un jerarca eclesiástico; o como la llegada de una imagen sagrada, que todo esto y más tenía como epicentro a esa “graciosa cruz” en la denominación de Mendoza.

BELLO TORNEO DE PRIMAVERA

Tres rostros de muchachas que encontramos como candidatas a un torneo anual, que hubo en Trujillo, llamado Torneo de Primavera, que nombraba a reinas, como fue reina en aquel año (1951) Teresa Aranguren que se quedó Teresita para la afectividad familiar y social... tres alumnas, seguramente de años superiores que compitieron, Alida Briceño, perdido su nombre para nosotros desde siempre, mas no por eso nombre de muchacha y de mujer trujillana. Y Aura Villegas, hermosa siempre, hoy madurada en esplendor de vida bien vivida en su residencia de Valera. Teresa, hija de Ezequiel, hermana de otras muchachas muy hermosas, como fueron María y Dalia, ambas ya en la inmemorialidad de la muerte... y de Ezequielito, también ido de la vida, y de Hugo, maduro de cifras bien vividas en el amplio campo de la venezolanidad.

Relucientes posaron para el fotógrafo Aranguren, padre de Teresa, y llenas de vida vieron correr por la ciudad su imagen que las mostraba en armonía con una belleza y no de risa fácil ni fingida como estilo anterior a las concursantes en los torneo de fatuidad, sino debidamente serias lo que le demandaba la ética de un concurso en un tiempo en que la educación fue de gravedad y de mucha condición moral.

La pequeña prensa local las ofreció al público en la primera página de una edición sabatina. Hablaba el rotativo de sus cualificaciones, cada una nacida para la estética, flores de amor temprano, y de luces a raudales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

El editor de este blog se reserva el derecho de publicación de los comentarios, motivo por el cual es recomendable el uso adecuado y repetuoso del lenguaje. Gracias.