UNA VISIÓN DE LA BATALLA DE
CARABOBO
Alí Medina Machado
(es propiedad intelectual)
a Ramón Urdaneta B. y Tarcila Briceño de Bermúdez ductores de venezolanía
EXORDIO
El valor venezolano ha sido reiterativo a través de su
historia. Nuestro país ha sido fuente de acciones permanentes para la consolidación americana, y este hecho, se
ha dado en el pasado y se sigue dando en el presente, como decir ,que esta
República ha sido de nobleza, creada por
el valor supremo del hombre, que en ella ha vivido para la acción y para la
construcción; para la acción cuando el país estaba por hacerse, cuando hubo que
enfrentar las armas al invasor para
decirle que este territorio había nacido predestinado para regirse por sí
mismo; y después, una vez consolidada la jerarquía integral de su autonomía política
y social, apareció el hombre forjador de mente y de ciencia, para labrar un
destino nacional que ha venido en los siglos, conformando una nacionalidad
plena, vigorosa y esperanzadora. La grandeza venezolana entonces, viene desde
siempre. Este es un país de gracia y fuente de virtudes, en sus paisajes y en
sus hombres, en sus batallas y en sus ejércitos, en el civilato y en su
intelecto. “Fuente de huertos, Pozo de Aguas Vivas”… Como se asienta
poéticamente en el cantar de los cantares.
NUESTRA HISTORIA EN LA ANTESALA DE CARABOBO: La memoria prospectiva del Libertador estaba
cumplida su sueño de integración americana era una palpable realidad. Ya nada
detendría la vigencia de la nacionalidad venezolana. Este país estaba sembrado
con caracteres graníticos para el devenir de todos los tiempos. Y fue de tanta
proporción el ideario de aquellos hombres predestinados que poco tiempo
después, en Carabobo, las fuerzas mancomunadas de todos los ejércitos españoles
no soportaron sino por una hora escasa la embestida gloriosa de los batallones
venezolanos.
La premonición bolivariana estaba radicada en el hecho de que todo
sucedía como Bolívar lo disponía. Así
vemos como la unión hace una gran nación que conjunta a tres departamentos:
Venezuela, Cundinamarca y Quito. Y se incluyó a quito sin estar liberado aun
del yugo español. Pero es que en el ánimo de aquellos guerreros, la victoria se
daba por descontado como nos indica
Manuel Montaner: “La Ley se adelantó a los acontecimientos". Y nuevos
hechos vinieron a aportar caudales de ayuda a la causa de la Independencia; no
sólo hechos ocurridos en nuestros territorios, sino allende los mares, en la
propia metrópoli española. Allí las
autoridades, ante el avance arrollador de las fuerzas americanas, hacían
esfuerzos inauditos para reforzar aquellos ejércitos que sostenían el gobierno
español en las colonias. Los triunfos reiterados del Libertador, tanto en
Venezuela como en Nueva Granada, eran el preámbulo de la libertad absoluta, y
España veía tambalear la posesión de sus colonias. A esto agreguemos que en el
ánimo del pueblo español no estaba la disposición de continuar una guerra que a
ellos nada les reportaba. Hubo, en consecuencia, una sublevación, que extendida
por el territorio español obligó a las autoridades reales a buscar a toda costa
negociaciones de paz, que se concretan más tarde, en la ciudad de Trujillo de
Venezuela, cuando son firmados Los Tratados sobre el Armisticio y Regularización
de la Guerra.
Morillo, célebre general cuyo nombre quedó lapidado en la historia de
Trujillo y cuya vida se nombra con caracteres de eternidad en la geografía
nativa, era señalado nuevamente por el destino para obrar en obsequio de la
paz. Morillo como instrumento de una paz buscada por España cuando ya la
liberación de los pueblos americanos era un hecho prácticamente cumplido.
Morillo, El Pacificador, en el nombramiento español, recibía órdenes tajantes
de su gobierno para negociar la paz por medio de una reconciliación. Y así tuvo
que hacerlo con la firma del Armisticio el 25 de noviembre de 1820. “En este
pacto, además de la suspensión de las hostilidades por seis meses prorrogables
a criterio de las partes, se fijaron las posiciones de ambos ejércitos y se prometía
firmar un tratado, en caso de no avenirse a la paz, para regularizar la guerra,
lo cual se realizó al día siguiente. Ambos tratados fueron ratificados por los
dos jefes superiores".
LOS DESIGNIOS DE DIOS: Los designios de Dios eran otros. La invocación de
su nombre para sostener el colonialismo, que es la negación del hombre, por la
negación de la libertad, no se ajustaba a la verdad de la moral, y Dios,
ciertamente, estaba de lado de los justos, de los menores, de las largamente
conquistas y sometidos al yugo español. Dios, era un miembro más del ejército
patriota. Dios, entiende como ninguno el sentido de la paz, sabía que la
existencia era una paz fingida, cortina de humo propuesta por España, y compás
de espera acordada por los americanos, para reponerse, para congregar el
ejército definitivo, para acrecer las fuerzas debilitadas por la larga lucha
sostenida. Armisticio de Paz que fue harto fecundo para la causa de la libertad,
y que con la sagrada voluntad fue quebrantado a los seis meses, para la
continuación de las hostilidades, que ya en aquel histórico año de 1821, era la
aprestación ultima de nuestros héroes libertadores, para llenarse de gloria
como consecuencia de la libertad de Venezuela, en el día eterno del 24 de
junio, en las cálidas y esmeraldinas sabanas de Carabobo donde se plantó para
siempre, el árbol gigantesco en la Independencia nacional
En aquel año inmortal, que comenzó en paz acordada y finalizó en paz
conquistada. Encontramos a Venezuela dueña de un cielo completamente azulado
como consecuencia de la tranquilidad, de la tregua acordada. No obstante, el
sentimiento de la guerra anima más a los dos bandos que el sentimiento de la paz.
Ambos bandos conocen con propiedad que aquella calma es ficticia y momentánea,
que en cualquier momento se prenderá nuevamente la mecha que anuncia el
combate. El ejército español se prepara, cuenta con once mil hombres
acantonados en las ciudades de calabozo, Barquisimeto, el Tocuyo, San Carlos, Caracas,
y los puertos de Maracaibo, La Guaira, Cumaná y Puerto Cabello. Miremos el mapa
de Venezuela extendido sobre nuestra memoria y nos daremos cuenta que la
geografía anuda al ejercito español en el centro del país fundamentalmente. La
geografía nacional entonces, también fue un elemento que se sumó a la gloria de
Carabobo, y era como una visión premonitoria que las hostilidades postrimeras
se rindieran en el corazón geográfico del país, que no era otro que el paisaje
vital de Carabobo.
Y estamos ya en el inmortal solar para hacer la apología de la batalla
trascendentemente definitiva, gloria del
Ejército de está República por la que debemos sentir la mas honda devoción y el
mas acendrado respeto.
EL IDEARIO DEL HÉROE: Los senderos de la gloria universal se abrieron en
aquellos momentos para la figura preciara de nuestro padre libertador Simón
Bolívar. Allí, en los mismos promontorios
del paisaje, aparecía su acción dirigente para conducir a sus ejércitos hasta
la última consecuencia de la victoria. Bolívar el estratega consumado, llegaba
al momento definitivo de su gloria como guerrero, a una batalla crucial que no
tenía un ápice de improvisación, porque él y su estado mayor, habían preparado
minuciosamente con mucha anticipación. su espíritu templado para lo grande,
para lo hermoso, como lo testimonian las palabras del elogista; su confianza en
la fuerza, la voluntad y la vocación de su ejercito; su corazón que no conocía
tregua para el arrojo, su voluntad que no desmayó en los días aciagos de la
emigraci6n forzada, todo estaba allí palpitando en el clímax de su persona,
para darle la libertad a su patria, para hacerla patria libre y soberana, como
era el acatamiento que debía a su ideología templada en tantas circunstancias y
en la doctrina que había venido escribiendo con el paso de los años.
Bolívar, que habla aprovechado las circunstancias providenciales del Armisticio
según lo escrito a Santander, preparó con suficiencia su ejército para este
momento. ¡Y que ejército mayúsculo para no retroceder un ápice en la búsqueda
de la victoria! ¡Y que Arrojo el de aquellos hombres, confundidos generales y
soldados, en la búsqueda común de la victoria! ¡Y el arrojo de aquellos comandantes,
que arrodillados y heridos, conforman un bloque humano que detiene el avance de
las huestes realistas.
Bolívar el estratega, había planificado fielmente la memorable acción, y
había considerado los hechos precedentes ocurridos en España, sobretodo la
revolución de Riego y Quiroga, del 12 de enero de 1820, en Cádiz, que había
comprometido a los oficiales reclutados para reforzar los ejércitos que
luchaban en América. Y si a esto sumamos el interés demostrado por las
autoridades españolas para la firma del Armisticio, era claro suponer, como lo
supuso Bolívar, que España no estaba en condiciones de exponer más contingentes
de tropas en las colonias americanas.
Estos antecedentes, como vemos, fueron providenciales para la causa
independentista.
EL ELOGIO A LOS JEFES PATRIOTAS: Y hagamos también el elogio a los Jefes patriotas
que tan destacadamente actuaron en aquella memorable ocasión. La unidad entre
ellos fue un factor determinante.
Y esa unidad era producto de la fe en la patria, del amor por el suelo
del origen. La venezolanidad afloró en el corazón de todos aquellos comandantes
para que cada uno de ellos cumpliera de la mejor manera el destino que se
le había acordado. Y bien que supieron cumplirlo,
con la precisión y la oportunidad que les dictó el perfecto conocimiento que tenían
del arte de la guerra. Aquellos comandantes fueron un empresionante despliegue
de valor heroico. Multiplicaron las fuerzas activas de su mente y de sus músculos
para hacer mas enardecedora la batalla, e hicieron aflorar todas sus reservas, físicas
y espirituales para sembrar con su sangre y con su ejemplo la mejor definición
de la libertad. De allí deviene entonces el significado moral que tiene la expresión
"Padres de la Patria".
Tenemos entonces, que "la unidad entre los jefes patriotas fue uno
de los baluartes de esta campaña maravillosa donde todos estuvieron atentos a
la palabra de Bólívar: armas, municiones, uniformes y calzado fueron sus inmediatas
preocupaciones, sin descuidar por un momento las maniobras y estrategias que
debían desplegar en toda Venezuela. Desde San Carlos le imparte órdenes a Páez,
Bermúdez, Ambrosio Plaza, Cruz Carrillo (...). El ejército del Norte, Oriente,
Occidente, todos los ejércitos de la República, van a decidir de una vez por todas,
la libertad del país. Sus operaciones han de ser simultáneas para que sea
pronta y felizmente el resultado".
Aquel creciente fervor de lucha hizo que la batalla durará lo que un
relámpago. Los soldados de la patria, incontenibles, dieron fácil cuenta de los
agresores, que jugándose su ultima carta dieron fiero combate, para al final
caer abatidos por las armas de aquellos fieles hombres de uniforme, hijos del
pueblo, que mezclaron sus fuerzas hermanadas para plantar la "libertad
donde existía antes la tiranía".
En las sabanas de Taguanes, el día previo, o el 23 de junio, prepara Bolívar
a sus hombres. Allí alineó el ejército. Son 6500 soldados, por primera vez
uniformados. Era la hora suprema, el minuto definitivo en la inmensidad del
tiempo de la Patria. Allí estaba la realidad de su sueño de libertad, y por tal
la sombra de la derrota no se asomó nunca en el cielo de Carabobo. Y por eso será,
que en las pinturas que eternizan esa acción, el cielo de Carabobo aparece
sumamente claro, en la claridad del blanco y el azul que conforman sus nubes. Allí
estaban los distintos componentes de su ejército, con sus respectivos uniformes
distintivos, desde el infante, pasando por el lancero, el artillero hasta
llegar al imponente miembro de guardia de honor del Libertador. Allí están
estos soldados de la patria próxima a nacer libre. Y Debemos decir que aquellos
no fueron soldados improvisados, no era un ejército reclutado al azar, sino
formado en el arte riguroso de la guerra, ya que desde 1818, venían recibiendo
instrucción militar de jefes británicos y "ahora estaban allí listos a una
batalla de “nación a nación”.
MAÑANA SERÉIS INVICTOS EN CARABOBO: Por esta consideración, acaso, bolívar poseído de
una emoción indescriptible arenga a sus soldados. Y es cuando les dice: "Os
considero dignos de pelear al lado de los hijos de Albión. Habéis comprobado
vuestro valor en cien batallas. Habéis triunfado de la miseria y de la muerte.
Mañana seréis invictos en Carabobo".
Sigamos en el accionar de la batalla con el lenguaje descriptivo de Carlos
Soto Tamayo: "Las unidades realistas estaban entrenadas y tenían
experiencias guerreras adquiridas en campos de batalla europeos; pero ahora
iban a enfrentándose por primera en Venezuela, a un ejército regular, entrenado
para la maniobra y conocedor de los procedimientos tácticos empleados por el
enemigo". Dice luego el analista militar: "Los realistas ocupaban la
parte más poblada y rica del país, tenían aseguradas las comunicaciones con el
exterior y contaban con vías interiores favorables lo cual facilitaba la
solución de los problemas de abastecimiento de su ejército. El estado de
armamento y equipo podía considerarse satisfactorio".
Vistas estas consideraciones del general Soto Tamayo, pensemos entonces
en lo ciclópea que fue la acción cumplida por nuestro ejército, al derrotar a
un enemigo poderoso que gozaba de todos los privilegios del momento, tanto en
lo territorial como en las dotaciones técnicas. Todas estas ventajas fueron
superadas por los patriotas, y era porque cada paso había sido previamente
estudiado hasta en el último detalle. Y así, los planes del Libertador fueron cumpliéndose
con exactitud, y desconcertaba cada vez más al comando realista, que no sabia
responder a las iniciativas y operaciones tomadas por el Libertador. Las
decisiones de los realistas carecían de lógica; sus reacciones siempre fueron tardías.
Había como una especie de desánimo moral entre aquellos hombres, que siendo
miembros de comandos experimentados y de unidades bastante calificadas, no
obstante, daban muestras de improvisación, se apresuraban por momentos, y
vacilaban como si realmente carecieran de un plan de operaciones.
EL CAMPO DE CARABOBO: El día 24 de junio de aquel memorable año venezolano
de 1821, el ambiente de Carabobo estaba soleado. Un fuerte sol, dicen los
historiadores, alumbraba aquellos campos desde la mañana. La batalla de la
libertad fue en pleno mediodía:
Tres unidades estaban bajo el mandato de Bolívar: Páez en la primera
división, Cedeño en la segunda Ambrosio Plaza en la tercera. En vista a sus
apreciaciones ordena a Páez ataque por la derecha, secundado por Cedeño,
mientras Ambrosio Plaza resguarda el frente. No esperaba el enemigo esta
maniobra. Su jefe, Miguel de la Torre, se encuentra de pronto encerrado en un
triángulo. Ordena al segundo batallón, el Burgos, que marche a disputarles a
los patriotas el acceso a la llanura, galopando hacia la colina del Chaparral. El
Bravos de Apure se repliega por dos veces consecutivas, los lanceros heroicos
se abren paso y saltan sobre el riachuelo Carabobo".
El combate se da en plena efervescencia. Está próximo a brillar el sol
de la Libertad. El ejército venezolano libra su mejor combate. El Hostalrich y
el Infante refuerzan al Burgos que ha caído como centella sobre el Bravos de Apure.
Todo allí es un solo camino de lucha en la búsqueda de la victoria. La confusión
enreda la trama de ambos bandos que estrechan sus posiciones "se parten
las bayonetas. Se encienden los ánimos y realistas y patriotas resuelven
combatir de hombre a hombre".
En este momento el valor del soldado venezolano queda fuera de toda
duda. El arrojo de los hombres del ejército nacional es inaudito y uno a uno
van cayendo a sus pies soldados españoles moribundos, que en el final de la
inmortal jornada habrá que contarlos por miles, tal cual lo afirmaría el Parte
del Libertador, dado al final de la batalla: "El ejército español pasaba
de seis mil hombres, 400 habrán entrado a Puerto Cabello. El Ejército Libertador
tenía igual fuerza que el enemigo, pero sólo una quinta parte de él ha decidido
la batalla. Nuestra pérdida dolorosa: 200 muertos y heridos".
Tal es, en síntesis, la desproporción manifiesta en las pérdidas humanas
de ambos bandos. Y es que no podía ser
menos la gloria de nuestro Ejercito,
porque el mismo luchaba por la libertad de la patria. Y luchar por la libertad
de la patria pareciera corno si convirtiera en impenetrables los cuerpos de los
soldados nacionales.
Es conveniente también hacer una breve reseña del arrojo de los británicos
que pelearon al lado de los venezolanos a lo largo de toda La Gesta Emancipadora.
Y algunos historiadores han calificado a estos soldados como mercenarios. Sin
embargo, pensamos que es como quitarles parte de la gloria que les corresponde
al darles tal denominación, porque es que el mercenario combate más intereses
bastardos que por conveniencia de conciencia. Aquella Legión Británica de Carabobo,
sintió en su corazón la causa de la Independencia, y su arrojo y valentía los
colocó en primera fila, como surgiendo de aquella inmensa nube de polvo para
enseñar el camino final de la victoria. Allí se coló el Cazadores Británico al
mando del Coronel Farriar, en el momento más dramático de la contienda. Allí "El
abanderado ashdown clava con gesto altivo nuestra bandera tricolor en tierra. Farriar
arroja al suelo los morrales y bajo una tormenta de balas le grita a los suyos la
orden de ¡Firmes! ordenándoles hincar la rodilla en tierra para formar un
bloque humano. ¡Viva la América libre!, es el grito de Farriar herido de
muerte”. En su Parte de la batalla, Bolívar elogió la actitud valerosa del batallón
británico, y subrayo que, "El batallón británico mandado por el noble Coronel
Farriar se distingue especialmente, incluso entre tan valerosos asociados”.
Y llega el momento en la batalla de la histórica actuación de Páez, el
valeroso General que derrochó coraje ante la muerte, para erguirse pleno de
gloria en aquel campo de batalla. Páez fue el fundamento nuclear de la actuación
de nuestro ejército, porque, habiendo sido rechazado su ejército por el
Batallón "Burgos”, se reincorpora al combate luego de reorganizar sus
efectivos y lo hace con tanta determinación que logra desordenar
definitivamente las formaciones realistas. Este es el momento cuando la acción
se decide a favor de las fuerzas republicanas: Los batallones
"Hostalrich" y "Burgos", fueron puestos fuera de combate;
el Batallón "Barbastro” fue rodeado y se rindió; la caballería realista
huyó hacia El Pao; las rutas de escape de los Batallones "Valencey" e
"Infante", se encontraban peligrosamente amenazados por las fuerzas
patriotas (...) La disciplinada y rápida retirada del "Valencey", no
solamente salvó de un desastre a sus efectivos orgánicos sino también al propio
Comando Realista".
Muy poco duró el clímax del combate; una hora simplemente les costó a
los patriotas obtener resultados tan importantes, al mismo tiempo que causar al
enemigo cerca de 3.000 bajas. En nuestro ejército las bajas no llegaron a
trescientos.
Terminadas las acciones, Bolívar se adelantó hasta Tocuyito, acompañado
de su Estado Mayor. Pensaba allí planear las acciones para el finiquito de la
presencia realista en nuestra Patria. Efectivamente, dictó disposiciones para
obtener el rendimiento de las últimas plazas realistas, y continuó su camino
hasta Caracas, cuya ocupación no tuvo resistencia alguna.
LA GRAN VICTORIA DE CARABOBO: Cedamos la palabra al notable historiador venezolano
Rafael María Baralt, para que resuma con su galanura de estilo, la gran
victoria de Carabobo. Esta victoria, dice, "obtenida con sólo una parte
muy pequeña del ejército colombiano, fue completa y brillante: ella coronó al
cabo de once años, la empresa que Caracas empezó el 19 de abril de 1810: fue
gloriosa para las armas de la república y su jefe, de gran prez y honor para
Páez y de inmortal renombre y fama para la legión británica que contribuyó
poderosamente a ella, haciendo prodigios de valor. El congreso, reunido ya en
el Rosario de Cúcuta, decretó a Bolívar y al Ejército los honores del triunfo y
ordenó que el retrato del hijo ilustre de Caracas fuese colocado en los salones
de la Cámara Legislativa con esta inscripción: Simón Bolívar, Libertador de
Colombia. En todos los pueblos de la República y en las divisiones de sus
ejércitos se dedicaría un día del año de regocijos públicos en honor de la
victoria de Carabobo. A Páez se le concedía el empleo de General en Jefe que
"por su extraordinario valor y sus virtudes militares, le había ofrecido
el Libertador a nombre del Congreso, en el mismo campo de Batalla". Y
finalmente, entre otras cosas, se ordenó levantar una columna ática en la llanura
de Carabobo para recordar a la posteridad la gloria de aquel día y los nombres
de Bolívar, de Cedeño y de Plaza". Hasta
aquí el asentamiento de Baralt.
UNA ACOTACIÓN FINAL: Carabobo, sigue siendo una lección de venezolanidad.
Así como en sus campos se labró el destino inicial de nuestra Independencia absoluta, así mismo en los campos contemporáneos
tiene que labrarse la victoria de nuestro desarrollo, de la cultura y de la
paz. Carabobo para todos nosotros
tiene que ser un lucero de historia que nos alumbre para laborar por nuestra
patria, para amar a este gran país que con arrojo y valentía de sus soldados y
de sus civiles, sigue empeñado en la gran victoria de la democracia y de la
justicia social.
Carabobo es una eterna
clarinada de venezolanidad, es el orgullo de una república grande. Es el grito
incontenible de un país que tiene el compromiso moral de sostener muy alta la
herencia de la libertad, la soberanía y la democracia.